Título original Final Destination: Bloodlines
Año
2025
Duración
110 min.
País
Estados Unidos
Dirección
Zach Lipovsky, Adam B. Stein
Sí, han dado en el clavo: Bloodlines no busca asustarte de verdad; busca que mires con una ceja levantada y pienses “¿En serio?”… y aun así dirijas tu mirada hacia la pantalla esperando la próxima catástrofe.
Si algo define esta entrega es que las muertes son gloriosamente esperpénticas. Cascos en la cabeza, resonancias magnéticas que se vuelven trampas mortales, pianos que caen como si fueran parte de un Looney Tunes sangriento… puro arte.
Sí, una exageración tras otra, con más humor que miedo real. Si vienes por sustos, cuidado: el focus está en la hecatombe imaginativa.
Tony Todd regresa (sí, el tipo de Candyman, fan favorito de la saga), y lo hace con una aparición casi poética. Su breve intervención es emotiva, casi un epitafio para la muerte... irónico, ¿no? Y ojo, no se trata solo de nostalgia: da un mensaje casi directo a cámara. Para muchos fue el momento más potente de la película.
📈 Taquilla y crítica
Resultado: 92 % de crítica en Rotten Tomatoes, recaudación récord (más de 270 M$ mundiales), y un estreno doméstico por encima de sus predecesoras —fueron 51 M$ solo en EE. UU.— todo eso en una película que te dice “sí, esto es una montaña rusa absurda”.
🧐 Realismo vs. suspenso
Pero vamos a ponernos los pantalones largos: lógica cero, muertes inverosímiles, Muerte explicada como “bienvenida a mi Rube Goldberg mortal”. Eso está bien, si lo sabes: es una comedia sangrienta. Si buscas terror verdadero o personajes para sufrir por ellos, suerte. Si vienes por fps (fatalities por segundo), lo has clavado. La película lo sabe y juega con eso.
✅ Conclusión: ¿Merece la pena?
Para qué verla: Si te va lo “campy splatter” con muertes retorcidas y tienes buen humor negro, Bloodlines es un festín.
Para qué no: Si esperas sustos reales o una trama redonda, te vas a sentir estafado y empalagado por el ridículo bien ejecutado.