El cine nos regala momentos que se quedan grabados en la retina, y a veces no son solo los actores o la historia los que nos impactan, sino el arte detrás de la transformación. Hoy quiero destacar tres ejemplos recientes donde el maquillaje y los prostéticos se elevan a un nivel casi sobrenatural:
1. Longlegs
En esta película, la estética del horror encuentra un aliado inseparable en los efectos prácticos. Cada rasgo exagerado, cada deformidad sutil, no solo asusta: cuenta una historia propia. La criatura se siente viva y sus detalles te persiguen mucho después de que termina la escena.
Aquí, la química entre maquillaje y narrativa es magistral. Cada cicatriz, cada mutación, tiene un propósito, construyendo un universo visual que no necesita palabras para transmitir tensión. Los prostéticos no solo adornan a los personajes: son parte de su identidad, de su historia y de la atmósfera que envuelve la película.
3. Weapons
En esta propuesta más contenida, los efectos especiales se vuelven casi invisibles en su perfección, pero aun así dejan una impresión imborrable. Lo extraño, lo inquietante, lo inesperado: todo surge de detalles que a primera vista parecen simples, pero que elevan la escena a otro nivel.
💀 Conclusión:
En las tres películas, el maquillaje y los prostéticos funcionan como personajes por sí mismos: inquietantes, extraños y memorables. Nos recuerdan que el cine no solo se ve, se siente.
✨ Pregunta para ti:
De estas tres transformaciones, ¿cuál te dejó sin palabras?