Dirigida por Coralie Fargeat (Revenge) y protagonizada por una imponente Demi Moore junto a Margaret Qualley y Dennis Quaid, La Sustancia llega como una patada quirúrgica al estómago de los estándares de belleza.
Y no, no es una metáfora sutil. Esta película literalmente se mete bajo la piel... y la rompe desde dentro.
Moore interpreta a una ex estrella de televisión caídas en desgracia —una mujer cuya existencia ha sido desechada por no poder competir con la juventud, los algoritmos y el bisturí.
Pero un nuevo producto revolucionario, "La Sustancia", promete devolverle lo perdido: belleza, vigor, atención. Solo que el precio no es dinero, sino identidad.
El resultado: una versión más joven de ella misma, interpretada por Qualley, que rápidamente se convierte en adictiva, peligrosa y autónoma. El clásico "yo soy yo... ¿o soy ella?" pero pasado por un filtro de body horror, sátira de la industria y humor negrísimo.
Fargeat convierte cada escena en una disección literal del cuerpo femenino como territorio político, comercial y simbólico.
La película mezcla géneros como un cóctel molotov: empieza como ciencia ficción retro, se hunde en el terror corporal y explota en un final grotesco y casi operático. Hay sangre, tripas, pero también crítica social brillante. Piensa en Cronenberg maquillado por Fenty Beauty.
-
Demi Moore está sencillamente brutal. Su regreso al género no solo es acertado, sino profundamente simbólico.
-
El diseño de producción y maquillaje son una delicia macabra.
-
Las referencias al culto por la juventud y la destrucción del yo femenino son tan directas como necesarias.
-
Puede sentirse excesiva o incluso incoherente si el espectador no entra con mente abierta al juego surrealista.
-
Algunas metáforas se alargan demasiado: no todo necesita un close-up sangriento (aunque aquí lo tienen).
La Sustancia no es para todos. Pero si estás dispuesto a aceptar que el terror puede ser también un manifiesto feminista, grotesco y estilizado, esta película te va a dejar marcas. No en la piel, pero sí en el pensamiento.